
La Masia de Can Julià es un espacio extraordinario, tanto por la amplitud y belleza del lugar como por la sensibilidad de quienes la han restaurado. Esta gran edificación de 2.800 m2 se empezó a construir en el siglo XV y se encuentra al sur de Sant Esteve Sesrovires, a 26 km de Barcelona. La envuelve un paisaje de bosques y viñedos –en ella se crearon los vinos Bach en el siglo XIX–, con la inconfundible silueta de la montaña de Montserrat en el horizonte. Se puede acudir a Can Julià por diversos motivos: cursos intensivos de fin de semana, reuniones y estancias de formación para grupos o empresas… En todos los casos se vuelve cautivado por la intensidad de la experiencia y la paz que transmite este enclave.
Can Julià, esta ubicada en un entorno natural privilegiado. Rodeada de bosques, prados y viñedos y, a tan solo 26 km de Barcelona y 28 del aeropuerto, otorgan a esta Masía un sitio ideal para para llevar a cabo todo tipo de eventos de empresa, eventos formativos, reuniones, presentaciones, talleres y dinámicas de grupo así como recepciones o eventos internacionales.
La arquitectura singular, la amplitud y belleza de sus espacios, los espacios cuidadosamente restaurados respetando estructuras y materiales naturales aportan a cada rincón un ambiente cálido y acogedor. La Masía dispone de 15 habitaciones, diseñadas cada una con un estilo propio y característicos que las convierten en un espacio ideal para realizar estancias y eventos durante varios días.
Actualmente grupos y empresas de muchas partes del mundo escogen Can Julià para celebrar sus formaciones, cursos y encuentros.
Los inicios de la hacienda Can Julià se remontan al año 1450. Al inicio del siglo XX, los hermanos Pere i Ramon Bach adquieren Can Julià cambiando el nombre por Can Bach, e inician la elaboración de vinos. En poco tiempo adquieren la finca Can Estrada y en 1918 construyen la Masia Bach, donde se concentra su producción que irá creciendo en el transcurso del tiempo. Las primeras botellas Bach fueron presentadas en la mítica Expo de Barcelona en 1929, obteniendo un gran éxito el Extrísimo Blanco semi-dulce. Hoy, las características de este vino hacen que sea uno de los vinos más vendidos en el estado español.
UN PROYECTO FAMILIAR
El Can Julià que vemos nació como un proyecto familiar. En 1986 Pere Antón adquirió la casa junto a sus padres Jordi y Conchita y su hermano Ramón para habilitar un espacio en el que los niños pudieran integrar la realización de actividades cerámicas con una visión ecológica del mundo. Curiosamente, era el mismo año en que empezaron a funcionar diversos centros en plena naturaleza que compartían con Can Julià el compromiso en la búsqueda de unas relaciones humanas más armónicas y de nuevas formas de vivir la espiritualidad.
Las actividades creativas y artísticas tomaron cuerpo y de aquella época son las obras escultóricas en cerámica que decoran la casa. El fallecimiento de Jordi Riera en un accidente y la marcha de Ramón a Brasil, junto a su esposa de ese país, marcaron un nuevo ciclo. A partir del año 2000, Pere Antón y su esposa Rosa María, cofundadora del centro de salud Memorándum, se consagraron en cuerpo y alma a la restauración del edificio, para la que siguieron contando con la implicación de Conchita. Pere Antón y Rosa María suelen presentar Can Julià como un espacio de acciones creativas. En un espacio –recuerdan– influyen muchos elementos: el orden, la limpieza, la estética, la vibración energética, el uso que se le da… Por eso la casa no está abierta a cualquier tipo de actividad. En cuanto a la acción creativa, la consideran una entrega de lo que la persona es y siente en el momento. El impulso de estar presente y consciente en cualquier acción, sea ordinaria o artística, parece flotar en la serena atmósfera del lugar.
Josan Ruiz – CUERPO MENTE
Gracias Josan por tan bella descripción.
“Equipo Can Julià”